Mancha Roja de Jupiter
Dada la condición de aparente eternidad de este característico círculo se pudo observar desde que la óptica permitió ver los astros con relativo detalle. Se dice que primero en observarla fue Robert Hooke en 1664, si bien hay cierta inseguridad sobre el dato porque no se ha podido comprobar que fuese éste el punto y no otro situado en otra latitud (la Gran Mancha se situ en el llamado cinturón ecuatorial de nubes sur y el de Hooke podría haber estado en el norte).
De ahí que en ocasiones se le dé más crédito a las observaciones de Giovanni Cassini un año después, aunque ambos hallazgos quedarán entrecomillados para la historia por falta de datos concluyentes. Posteriormente, en 1711, Donato Creti le daba un tono rojo en sus pinturas ayudado por las observaciones de Eustachio Manfredi (representando también dos de sus satélites).
Unos siglos después ya tuvimos pruebas gracias al despegue de la carrera espacial. La sonda Voyager enviaba la primera imagen en detalle de la Gran Mancha cuando se hallaba a 9,2 millones de kilómetros de distancia de Júpiter, pudiendo percibir la naturaleza gaseosa, así como su movimiento concéntrico en sentido antihorario.
La Gran Mancha Roja es una tormenta de dimensiones magnas, duplicando más o menos el diámetro de la Tierra (2,5 veces). Es un vórtice anticiclónico por definición, o lo que es lo mismo, una zona de altas presiones con un flujo circular, y no la cima de una montaña como se pensó en las primeras observaciones.
Hay cierta variabilidad de color y de tamaño, y de hecho es una formación bastante caótica cuyos vientos periféricos van a unos 640 kilómetros por hora. Y la coloración rojiza, que destaca sobre la mayoría del resto de "manchas" del planeta, probablemente se produce debido a la interacción con la radiación solar con los gases que suben de la atmósfera inferior (concretamente con una capa de hidro sulfito de amonio, originalmente transparente), al menos ésa es la teoría que una gran mayoría de científicos creen correcta según explican en la NASA, que la cataloga aún como un "turbulento misterio".
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